lunes, 19 de noviembre de 2007

MITOS E ICONOS EN LA OBRA DE NADIM OSPINA


Posiblemente dentro de 3000 años, el hombre del mañana encuentre inexplicable toda el mundo de superhéroes y villanos que tanto el comic como el cine a creado para entretenernos. No porque puedan escasear señas y reseñas de estos registros, sino tal vez porque el modo de comprender su realidad del hombre futuro sea distinta a la que vemos ahora. O tal vez, porque no creamos que aquella remota civilización de ritos y sacrificios tan salvajes se parezca tanto en sus costumbres a nosotros. De las encuesta, a la pregunta que poder desearía tener las personas, estas contestan mayoritariamente el poder de volar y el de ser invisible. El padre del psicoanálisis, Freud (1856-1939) diría aquí que estas dos respuestas no son “poderes”, sino más bien deseos sexuales. Lo que esta claro es que cuando la jirafa necesito tener el cuello mas largo para alcanzar su comida de las copas de los árboles de la extensa sabana, la Naturaleza le regaló su mutación. Cuando el congénere superviviente de los extintos dinosaurios necesitó alas para formar el reino de las aves, la Naturaleza no dudó en regalarles unas emplumadas extremidades para poder volar. Sin embargo los anhelos del hombre siempre se han quedado fuera de la simple mutación orgánica para ser beneficiado de otra manera, con el desarrollo de más coeficiente intelectual cerebral que nos facilita obtener nuestros deseos por la vía tecnológica. Por eso, los deseos de ser picado por una araña y obtener sus poderes, o ser victima de una extraña radiación que nos permita ser invisible, por ejemplo, han sido esos humanos antojos que hemos ido dejando en el camino de nuestra evolución y que a lo más dejamos plasmado como mitos en nuestras narrativas y expresiones fantásticas. Si el biólogo ve en el desarrollo embrionario del hombre los pasos evolutivos desde la simple célula, al anfibio, pasando por el reptil hasta el mamífero mas desarrollado, o el neurólogo estratifica los desarrollos del cerebro desde el Complejo R hasta nuestro actual neocortex, el psicólogo infantil ve todavía en los deseos y anhelos del niño que reivindica su individualidad en los ancestrales deseos de conquistar el mundo. Síntomas muy bien expresados por ejemplo en el protagonista Antonhy (Jeremy Licht), niño que podía hacer realidad todo lo que pensaba, dentro de la película En los límites de la realidad (Twilight Zone, 1983) o en el personaje de Stewie, bebe que planea conquistar el mundo en la serie de TV, Padre de Familia (Family Guy, 1999). A medida que nos vamos desarrollando y somos más sociales estas egoístas manifestaciones van desapareciendo normalmente aceptos en villanos de ficción tales como “el doctor Maligno (Austin Powers, 1997) o en personajes tan reales como Alejandro Magno, Hitler o Bush.
Dr. Maligno y Stewie
En el mundo mitológico, son muchas las culturas que tienen un gran panteón de dioses y héroes tan bien documentados por que se han conservado documentos escritos tales como la helénica, o sigue estando viva desde su remota creación tal como la hindú o tuvo la suerte de ser descifrada por el joven Champollion (1790- 1832), a través de la famosa piedra de Rosetta y desencriptar una historia que hasta entonces estaba oculta, la Egipcia. Pero esa suerte no fue tanta para esas grandes civilizaciones que se extendía por todo un continente americano y que desapareció sin dejar ninguna piedra de Rosetta y hasta hoy ningún sabio que descifre y traduzca el vasto legado precolombino. Nadin Ospina, artista colombiano nacido en 1960, me hace reflexionar con sus pequeñas escultura todo esto, si mas bien todo ese altar de dioses que los arqueólogos e historiadores han dado nombres, no sea mas que el superhéroe o protagonistas de sus mitos y fantásticas narraciones con las que entretenían a sus niños y soñaban los mayores de estas antiguas culturas.
_Javier Navarta_
Obras de Nadin Ospina